La Pandemia del COVID-19 está cambiando todas las estructuras del mundo tal y como lo conocemos hasta hoy. Y los cambios siempre dan miedo. Es por ello que hemos consultado con el Psicólogo Máximo Peña, para que nos de algunas recomendaciones para ayudarnos a gestionar lo que estamos sintiendo en estos días de incertidumbre.
Revista Santa Eugenia: Son momentos de preocupación y angustia para muchas familias en todo el mundo. ¿Cómo crees que podemos manejar mejor esa angustia personal y colectiva?
Máximo Peña: En primer lugar, parar, respirar y observar, prestando atención a las personas que están cerca de nosotros y ver cuál es la mejor manera de cuidarlas. El cuidado, el buen cuidado, y no el miedo, debe estar en el centro de todas nuestras acciones. En segundo lugar, con aceptación. Resistirnos empeorará la situación. No queda otra que adaptarnos a los cambios de rutinas y hábitos que la crisis del coronavirus nos impone. En tercer lugar, es vital que cuidemos la cantidad y la calidad de la información que consumimos. Creo que una buena medida de higiene mental es elegir dos o tres grupos de whatsapp que nos parezcan relevantes, y el resto vaciarlo cada día.
R.S.E.: Hay dos preocupaciones principales en medio de todo lo que estamos viviendo por el COVID19, la primera es, obviamente, la salud propia y la de nuestros familiares y la segunda son las consecuencias económicas que esto pueda acarrear, que no parece que vayan a ser muy positivas. ¿Cómo recomiendas que podamos lidiar con esto?
M.P.: Creo que es importante abandonar la costumbre de ver todo lo que ocurre en relación con nosotros mismos, y tomar perspectiva. No se trata solo de cómo esto me afecta a mí, sino de una crisis que afectará a millones de seres humanos. Por suerte, la mayoría de los gobiernos, incluso los que tienen mayor tendencia a predicar el individualismo, como el de Estados Unidos, están adoptando medidas de un marcado carácter social. El coronavirus ha despertado una suerte de consciencia colectiva y podemos confiar en que la solución a la crisis también será colectiva.
R.S.E.: ¿Qué es el mindfulness y cómo puede ayudarnos a sobrellevar esta situación?
M.P.: Mindfulness consiste en prestar atención, de forma voluntaria, sin juicios, al momento presente. Esta herramienta psicoemocional, basada en antiguas prácticas meditativas del budismo y adaptada al contexto de la ciencia occidental, ha demostrado ser muy efectiva para la regulación de las emociones y la reducción del estrés. Centrándose en el aquí y ahora, y anclando la atención en la respiración, siempre con amabilidad, mindfulness facilita experimentar momentos de calma y ecuanimidad, que tan bien nos vienen en una situación de máxima incertidumbre como la actual.
R.S.E.: La preocupación por el otro es uno de los aprendizajes que estamos obteniendo de esta pandemia. Parece que vivíamos en un mundo muy egocéntrico y ahora se está recuperando la empatía. Pero en otros momentos de catástrofes, hemos visto esta misma actitud solidaria, ¿qué hace que se despierte esta empatía en situaciones difíciles y qué crees que esta vez pueda ser diferente?
M.P.: Cierto, en otras catástrofes hemos visto brotar mucha empatía y solidaridad, pero sin que estas actitudes se prolonguen en el tiempo. Este fenómeno ocurre porque se despierta en la mayoría de las personas un sentimiento de humanidad compartida: a todos nos podría ocurrir tal o cual desgracia. Pero, quizás, es mi esperanza, la crisis provocada por el coronavirus podría hacer que la solidaridad y la empatía sean más resistentes al paso del tiempo. La razón es que no es lo mismo ver por televisión una tragedia que ocurre a miles de kilómetros de distancia, a que nuestra propia vida y la de nuestros seres queridos esté en peligro. Cada vez que nos lavemos las manos podemos conectar con todos los seres humanos que en ese momento se estén lavando las manos.
R.S.E.: Dicen que siempre hay que sacar “el lado positivo a todo”, ¿Nos podrías mencionar tres aspectos positivos que tú, como psicólogo, podrías sacar de todo esto?
M.P.: No ha dejado de sorprenderme la casi unanimidad de la respuesta que han dado los países: hay que proteger a los más vulnerables, aunque se vea afectada la economía. El haber puesto la vida de las personas en el primer plano de la atención, por encima de las consideraciones económicas, me parece un aspecto positivo de primera magnitud. El segundo aspecto positivo que resaltaría lo comenté antes: el sentimiento compartido de humanidad que se ha despertado. Ante el Covid-19 todos somos iguales. El tercer aspecto positivo tiene que ver con el empleo de los recursos: es de preveer que la mayoría de los países aumentará sensiblemente la inversión en investigación relacionada con la salud y en sanidad. Y así como los gobiernos están obligados a cambiar la valoración sobre en qué invierten los recursos, cada uno de nosotros está delante de una oportunidad única: la de cambiar la valoración que hacemos de cuáles son las cosas que más nos importan en la vida y dedicar a ellas todo nuestro esfuerzo.