Los 46 millones de cupones que la ONCE vende cada semana, se imprimen en Vallecas, donde se encuentra la imprenta encargada de esta tarea que no solo es la mayor fuente de financiación de la Organización Nacional de Ciegos de España, sino que reparte ilusión a quienes compran los billetes.
Más de 72 mil personas con discapacidad visual son atendidas de distintas maneras a través de la ONCE, gracias a los cupones vendidos diariamente. Francisco José Martínez Palao, Director de Operaciones de Juego de la ONCE, asegura que “esta es la principal fuente de ingreso, en las tres modalidades, que son la base para que la ONCE pueda seguir cumpliendo sus objetivos.
La imprenta vallecana imprime con casi un mes de antelación del sorteo y desde las máquinas salen ya para un destinatario en concreto, es decir, con su etiqueta con el punto de venta y el nombre del vendedor en concreto. Tras el control de calidad, los cupones son embolsados cada semana y remitidos a los vendedores junto a todo el material que necesitan para hacer su trabajo durante una semana.
Un poco de historia
En la década de los años treinta del pasado siglo surgieron distintas asociaciones, pequeños grupos de personas ciegas que pusieron en marcha las primeras rifas como medio de vida en un país, por aquellos años deprimido social y económicamente. Habían surgido estas asociaciones fundamentalmente en Andalucía, Cataluña y Levante. Estas modestas rifas son el antecedente del actual Cupón de la ONCE, y estas asociaciones, tras su unificación, cimentaron los inicios esta Institución.
Así, tras un periodo de puesta en común y negociación con la Administración de entonces, nacía, el 13 de diciembre de 1938, la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE). En su decreto fundacional, de esta fecha, se otorga a la ONCE la explotación, para su digno sustento, del que se denominó cupón “prociegos”, cuyo primer sorteo se celebró el 8 de mayo de 1939.
Estos primeros cupones -que se pueden contemplar en el Museo Tiflológico de la ONCE en Madrid-, constaban de tan sólo tres cifras, los sorteos eran provinciales y la gestión de la institución estaba en manos en buena medida de la Administración del Estado que nombraba al máximo responsable denominado “jefe nacional”. Habrá que esperar más de 40 años para que los ciegos españoles tomen las riendas del devenir de la ONCE.